Texto publicado originalmente en febrero del 2015.
Elaboré esta reflexión hace ya algunos meses con la intención de utilizarlo como una especie de contexto para este proyecto o bien como una declaración de principios. Ahora que lo releo me doy cuenta de su condición fallida e impertinente (por pesada, por sobe ideologizada, por rollera) y del buen tino de haberlo dejado de lado.
No es que el texto sea tan malo (aunque obvio e insípido sí que lo es) ni tampoco es que refleje un pensamiento que reivindique a día de hoy. Simplemente que su escritura resulta onerosa si seguimos aquella idea que dice -más o menos- si lo que vas a decir no es más bello que un buen meme, no lo vayas a decir.
Lo cierto es que si al fin cedo a la publicación de este fallido manifiesto de debe a dos oscuras razones. La primera es que necesito letras y palabras a granel para estrenar este blog y la segunda -aún más oscura- es que necesito hacer justicia al tiempo invertido en la desaforada escritura pensando que mis palabras e ideas eran dignas de posteridad.
MANIFIESTO
Mono Barroco es un proyecto editorial independiente y autogestivo que anda en pos de Doña Blanca y de formas de creación y recreación cultural alternos al modelo dominante, caracterizado por el entretenimiento inocuo, la banalización sistemática de la realidad y el lucro como fin en sí mismo.
En un contexto de crisis civilizatoria mayúscula, la cultura (esa interface que nos permite entender, actuar y humanizar al mundo) adquiere un papel fundamental, ya que es justamente el propio software cultural el que es menester rediseñar. Dejar su creación y administración en manos de instituciones públicas y privadas que sirven a los poderes fácticos es una pésima estrategia, sólo equiparable al error de dejar la política en manos de los políticos, la economía en manos de los economistas y la música en manos de Arjona. Nuestro sello editorial busca asumir una responsabilidad formal a este respecto pero no de manera reactiva, no por la mera oposición al modelo decadente sino por su contraste.
Es evidente que el paradigma cultural imperante cumple una función de placebo ante la gravedad de la crisis mundial, las más de las veces con productos basura de ínfimo valor discursivo y estético (aunque, eso sí, con muchas onomatopeyas y efectos especiales). Pero no se trata de prohibir o censurar este tipo de creaciones, sino de disentir por vía de los hechos. Aspiramos a la creación de productos culturales que acompañen al lector durante su viaje por la vida. Que su lectura sea útil y dichosa, que aporte alguna herramienta para la mejor comprensión del mundo. Apostamos por una lectura que no distraiga de las cosas fundamentales (los grandes temas, aquella charla que iniciaron los griegos y que aún permanece inconclusa), cuya función no sea entretenernos mientras pasa la vida, sino invitarnos a entrar de lleno en ella.
Aspiramos a dialogar con el lector sobre las cosas que importan y, en conjunto, a construir un discurso común.
José Quintero / febrero 2015